Boca del Cerro Station Mayan Train | Estación Boca del Cerro Tren Maya

Estación Boca del Cerro Tren Maya

La Estación Boca del Cerro en Tabasco, se localiza en un nido de maravillas naturales y legado ancestral, la segunda estación del tren se perfila como una parada imperdible en la ruta del Tren Maya.

Ubicada en la confluencia de la selva y el río Usumacinta, esta estación no es solo un punto de partida para aventuras, sino un destino en sí mismo, ofreciendo una amalgama de cultura, historia y paisajes naturales que cautivan a cada visitante.

¿Qué hacer en Boca del Cerro?

  • Zona Arqueológica de Pomoná: Un viaje a través del tiempo te espera en Pomoná. Explora las ruinas de esta antigua ciudad maya, donde cada piedra narra una historia de poder, fe y sofisticación arquitectónica.
  • Puente Boca del Cerro: Maravíllate con la ingeniería contemporánea en el imponente puente que atraviesa el Usumacinta. Un lugar perfecto para contemplar puestas de sol que tiñen el río de tonos dorados y carmesí.
  • Santa Margarita: Sumérgete en la tranquilidad de este pequeño paraíso. Las aguas claras y frescas son el escape perfecto del bullicio y el calor, ofreciendo un remanso de paz y frescura.
  • La Isla, Tenosique: Descubre la rica biodiversidad de la región en esta isla, donde la naturaleza convive en armonía y ofrece un espectáculo de flora y fauna inigualable.

Hoteles en Boca del Cerro

  • Hotel Frances: Disfruta de la hospitalidad y el confort en este hotel que mezcla tradición y modernidad, ideal para relajarte después de un día de exploración.
  • Hotel Central: Ubicado estratégicamente, este hotel es el punto de partida ideal para tus aventuras en Boca del Cerro, ofreciendo comodidad y servicio de primera.
  • Hotel Hacienda Tabasqueña: Vive la experiencia de una hacienda auténtica, con todas las comodidades modernas, sumergiéndote en la historia y la cultura de la región.
  • Hotel La Roca: Encuentra en este hotel un refugio de paz, con vistas impresionantes y un servicio que hará de tu estancia una experiencia inolvidable.
  • Hotel Luz de Luna: Déjate envolver por el ambiente acogedor de este hotel, donde cada detalle está pensado para garantizar tu comodidad y bienestar.

Traslados en Boca del Cerro

Explorar Boca del Cerro y sus alrededores es fácil gracias a las opciones de traslado disponibles.

Desde servicios de taxis locales hasta tours organizados, encontrarás la manera perfecta de moverte y descubrir todos los secretos que esta región tiene para ofrecer.

Renta de Autos en Boca del Cerro

Para aquellos que prefieren la independencia, la renta de autos es una opción conveniente.

Maneja a tu propio ritmo, creando una aventura personalizada que te llevará desde las profundidades de la selva hasta las orillas del río Usumacinta.

Un Viaje Inolvidable por Boca del Cerro

La Estación del Tren Maya en Boca del Cerro es más que un punto en el mapa; es un portal a un mundo donde la historia antigua y la belleza natural se entrelazan de manera espectacular.

Ya sea que busques aventura, relajación o una inmersión cultural profunda, Boca del Cerro promete ser un punto destacado en tu viaje en el Tren Maya por el sureste mexicano.

Con cada actividad, hotel y servicio disponible, tu estancia será no solo un viaje, sino una travesía transformadora que te conectará con la esencia misma de México.

Tan salvaje y majestuoso como en los tiempos del explorador Juan de Grijalva, el río sigue siendo un elemento natural prístino que emana de las elevadas cumbres de Guatemala.

Tras incorporar los caudales del Lacantún, el Usumacinta atraviesa el territorio mexicano con su caudal impetuoso y profundo, marcando su presencia imponente en el espectacular cañón de Boca del Cerro.

Prosigue su trayecto en dirección sureste-noroeste, forjando su sendero a través de vastos meandros, atravesando valles y sierras, esculpiendo su curso en las formaciones de caliza, lutita y arenisca del periodo Cretácico, que yacen sobre capas más antiguas del Jurásico.

Luego de unirse con las aguas del Lacantún, el Usumacinta penetra en suelo mexicano, caracterizándose por su flujo vigoroso y profundo.

Más adelante, circunda la fastuosa urbe maya de Yaxchilán, y es aquí donde sus aguas se vuelven abismales, las ribera se elevan, y en este cauce confinado emergen los primeros rápidos: Anaité, seguido de El Cayo, Piedras Negras, y finalmente San José, donde el río se desploma a través de gargantas esculpidas por la erosión fluvial.

El venerado río de los simios se presenta majestuosamente en el grandioso cañón de Boca del Cerro, una majestuosa creación natural rodeada por precipicios imponentes de 200 metros de altitud, que forman un marcado contraste con el resplandeciente tono anaranjado del puente de acero que lo cruza por el extremo norte.

Por su esplendor visual y riqueza ecológica, este cañón se destaca como uno de los puntos más fascinantes del municipio de Tenosique, en Tabasco, lugar que alberga leyendas sobre cavernas colosales que se extienden hasta las ruinas de Palenque y pasadizos antiguos tallados en la roca.

Fluyendo con un ancho medio de 150 metros y un deslumbrante tono de verde esmeralda, el río Usumacinta se desplaza serenamente a través de numerosos kilómetros, ofreciendo vistas privilegiadas de los imponentes acantilados que emergen a ambos lados del cañón y de los frondosos mantos selváticos que lo coronan.

A medida que avanzas, te sumergirás en la observación meticulosa de la exuberante flora tropical que adorna los precipicios y orillas. En tiempos pasados, el caobo (Swietenia macrophylla), elevándose entre 50 y 60 metros, dominaba majestuosamente estas selvas mayas.

Aunque hoy día algunos de estos gigantes persisten en los recovecos más secretos de Lacandonia, su presencia ha sido suplantada por otras especies igual de imponentes como El Ramón, Canshán, Pukté, Mocayo y Bellota gris, todas conviviendo con una rica fauna que incluye monos aulladores, jaguares, ocelotes, tapires y venados cola blanca, además de una diversa gama de murciélagos, aves y reptiles.

Al aproximarte a la ribera, el sonido despierta a una manada de monos aulladores (Allouatta palliata) en las ramas de los arboles. Ellos brindan un ensordecedor concierto que resuena a través del cañón.

Ningún zoológico moderno podría replicar esta asombrosa escena natural que se disfruta intensamente.

Entre los rápidos de San José y San Joseíto, podrás descubrir una gruta, no excesivamente profunda, pero rodeada de un escenario sublime, definido por enormes fragmentos de roca desprendidos, creando refugios pétreos, puentes naturales y fisuras perfectas para la escalada.

Hacia la zona donde se ubican los túneles, estos suman 12, cavados por la Comisión Federal de Electricidad de 1966 a 1972 para investigaciones geológicas de la zona. El Usumacinta en este tramo fluctúa en anchura de 150 a 250 metros.

Aunque superficialmente parece tranquilo y apacible, bajo su superficie se esconde una corriente potente y veloz, capaz de sumergir incluso al nadador más experimentado. Tal vez por ello, las lanchas que lo navegan son especialmente angostas, buscando una mayor agilidad y velocidad en el manejo.

En el túnel que se abre en la cara oeste del cañón, situado a unos ocho metros sobre el nivel del río. El túnel, de forma rectangular, posee un corredor de 60 metros de longitud y dos pasadizos cortos a los lados.

Al otro lado del cañón, se localiza un segundo túnel, casi un duplicado del primero pero ligeramente más extenso y amplio, con un corredor de 73.75 metros de largo y un pasadizo lateral en su flanco izquierdo de 36 metros.

Estas cavidades artificiales, habitadas por lagartijas, murciélagos, arañas e insectos, no están exentas de hallazgos intrigantes. En su interior se encuentran restos óseos de animales, detonadores, cables de explosivos –permacord– y delicadas formaciones de calcita, producto del goteo de agua saturada de dióxido de carbono.

En las proximidades se encuentran dos grutas, la primera justo a la vera del río. Si bien las historias narran que esta caverna se extiende hasta los dominios del legendario rey Pakal, su extensión real es de apenas 106 metros.

La segunda gruta, sin embargo, compensa con creces la anterior; es una cavidad fosilizada, con extensos corredores y cámaras distribuidas en dos pisos, adornadas con impresionantes agrupaciones de estalactitas que cuelgan a 20 metros de altura.

Aunque exploradores la hallaron hace años, los fragmentos de cerámica en su umbral evidencian su uso ceremonial en eras precolombinas.

Estos hallazgos nos recuerdan que, más allá de su valor ecológico, el Usumacinta tiene una profunda relevancia histórica, siendo antiguamente un núcleo vital para la interacción dentro de la civilización maya clásica, al igual que sus afluentes.

Se estima que, en el apogeo de la cultura maya, alrededor del año 700 d.C., más de cinco millones de individuos habitaban esta área. Las metrópolis de Yaxchilán, Palenque, Bonampak y Pomoná resaltan el valor arqueológico del Usumacinta, junto con incontables asentamientos menores.

Dada su importancia y en un esfuerzo por salvaguardarlo para el futuro, las autoridades de Boca del Cerro Tabasco están trabajando para incorporar este magnífico sitio al Sistema de Áreas Naturales Protegidas. Este proyecto asignaría al lugar una extensión de 25,000 hectáreas bajo la denominación de Parque Estatal Cañón del Río Usumacinta.

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